Algunas teorías remontan el origen de éste popular juego de azar al tiempo de la cultura romana. Otras lo relacionan a la antigua Italia en el siglo XVI, pero lo realmente cierto es que el Bingo constituye una de las primeras formas de juego popular apasionante y divertida.
La historia conocida de este juego (no aceptada por todos los historiadores) se remonta a la época de los bárbaros y los potentados que cobraban los famosos impuestos a diferentes aldeas de países, nacionales, capitales y entre otros estamentos de la sociedad en épocas remotas.
El juego en general consistía en integrar en un recipiente varias bolas con números que representaban a diferentes aldeas de las diferentes potencias y en base a los aciertos los caballeros y soldados hacían los cobros en oro, plata, minerales, joyas y otros objetos de valor como compensación y retribución de su suerte en ser elegidos, en varias ocasiones los valores adquiridos eran para el uso de construcciones y en otras ocasiones los utilizaban para la alimentación de grandes masas de ejércitos y entre otros para combatir conflictos y conquistas.
Con el transcurso de los años y debido a nuevas normas asociadas a la sociedad y leyes que promulgaron grandes potentados como es el caso de los romanos, estos juegos que anteriormente se utilizaban para el recaudo de dinero y riquezas, empezaron a ser utilizadas para brindar diversión a los diferentes visitantes y exploradores del mundo en busca de negocios y en base a esto las ideas que se crearon fueron basadas en brindar diversión con juegos, bailes, mujeres y estamentos de prestigio con otras disciplinas como fueron los dados, las barajas, y otros juegos que ahora divierten a millones de jugadores y apasionados apostadores en el mundo.
En cambio, numerosos historiadores y especialistas afirman que el origen del Bingo tiene sus comienzos en la lotería italiana, cuando se unieron los reinos de Italia en 1530. La hipótesis de gran aceptación afirma que el antecesor del popular juego es “Il Giocco del Lotto d`Italia”, una lotería nacional que era jugada semanalmente y se ha extendido en el tiempo hasta la fecha actual. Hoy en día, es un componente esencial del presupuesto del país, que genera más de 75 millones de dólares en ingresos actuales. La cercanía operativa de ambos juegos se manifiesta en los elementos que intervienen para el desarrollo de los mismos. En los dos casos, el organizador debe contar con bolas numeradas, un bolillero o tómbola y cartones numerados. El social juego de bingo parece ser una evolución de este juego que se ha extendido por siglos en la región de Italia.
En 1770, este juego llamó la atención a los franceses, quienes lo denominaron Le Lotto, y se estableció con las reglas que se siguen aún en la actualidad. Fueron los primeros en jugar con las tarjetas de bingo, fichas y en cantar en voz alta los números. En esta época, sólo fue jugado por la gente de la alta aristocracia. Los premios no eran organizados de la manera actual sino que se extendían en numerosas posibilidades de reconocimiento por ganar. Distintos elementos típicos de los años mencionados constituían los premios.
En los años 1800 el bingo se propagó rápidamente por toda Europa. Los juegos de bingo educativos se hicieron populares. En 1850 fue diseñado un juego de bingo en Alemania para enseñarle a los niños las tablas de multiplicar, además de otros juegos de bingo educativo como “bingo para deletrear”, “bingo animal”, “bingo histórico”. Estos bingos fueron diseñados para proporcionarles a los niños de 3 a 6 años de edad un poco de diversión y al mismo tiempo, enseñarles a cantar y a reconocer los números.
Después de extenderse por toda Europa el juego comenzó a presentarse en Norteamérica. En un principio el juego se hizo popular en las ferias de los pueblos y festivales. Consistía en un organizador que sacaba discos enumerados de una caja de cigarros mientras los jugadores marcaban los números en sus tarjetas colocando alubias (beans) sobre ellas y se gritaba “beano” si ganaban.
Durante una visita al carnaval de Atlanta en 1929, Edwin Lowe, un vendedor de juguetes de Nueva York, descubrió el Beano. Lowe notó la gran emoción que sentían los jugadores. Intentó participar en un juego de Beano esa misma noche, pero no consiguió un sitio. Los jugadores estaban muy enganchados, y cuando el hombre que llevaba el juego de Beano intentó cerrar el chiringuito, los jugadores simplemente rechazaron dejar de jugar. Finalmente, a las 3 de la mañana, según cuenta la historia, el organizador dejó paso a Lowe. Al regresar a Nueva York, Lowe compró algunas alubias, y todo el resto de cosas necesarias para poder realizar el juego. Invitó a algunos amigos a su apartamento para poner a prueba su nuevo juego. Antes de lo que se imaginaba, sus amigos estaban jugando al Beano con la misma emoción y fervor que los que había visto en el carnaval. Durante un juego, Lowe estudió el comportamiento de un jugador que estaba a punto de ganar. Sólo necesitaba un número más para completar su tarjeta, pero se ponía más y más nervioso cuando veía que su número no salía. Finalmente, cuando consiguió tapar todos sus números, de la emoción gritó:” B-B-B-BINGO!” en vez de Beano. Esto es lo que explica su nombre de hoy en día.
Una vez dado a conocer en Norteamérica, rápidamente se extendió en el resto del mundo.
Un cura de Wilkes-Barre, Pensilvania, es el hombre responsable de introducir por primera vez el bingo como forma de recaudar fondos para la iglesia. Un miembro de la congregación sugirió utilizar el juego para poder obtener dinero para mantenimiento. Fue entonces, cuando el juego del bingo, original, que solo ofrecía 24 variantes únicas de tarjetas, se fue expandiendo. Dado que cada vez eran más los miembros de la iglesia que tomaban parte en el juego del bingo, se repartían más cartones.bingo gratis Los curas pronto se dieron cuenta de que muchos jugadores ganaban el mismo juego, por lo tanto buscaron nuevas formas para hacer que las combinaciones de números fueran únicas.
Para ello, pidieron ayuda a Lowe, quien contrató a un profesor de matemáticas de la universidad de Columbia, llamado Carl Leffler, para que lo ayudase a incrementar la cantidad de combinaciones en las tarjetas de bingo. Para 1930, Leffler ya había creado más de 6000 tarjetas de bingo con combinaciones únicas (se dice que después de esto Leffler se volvió loco).
Esta nueva forma de bingo hizo que este juego se consolidara como forma para recaudar fondos. Para 1934, ya había más de 10000 bingos semanales operativos en todo América del Norte. Desde las iglesias hasta las reservas de indios americanos, todos ellos eran jugadores de bingo que gastaban semanalmente 90 millones de dólares en bingo solamente en el norte de América.
En 1977 se autorizó el bingo en España. Se inventó un nuevo sistema de bingo diferente al que imperaba por entonces: el bingo de 90 números. En la década de los ochenta se vivió una auténtica fiebre del “bingo moderno” cuando las máquinas y los salones de juego entraron en escena.
En 1992 había 604 salas de bingo en España, según los primeros datos oficiales conocidos. Hoy en día existen diversidad juegos de internet.